lunes, 15 de diciembre de 2008
martes, 9 de diciembre de 2008
viernes, 5 de diciembre de 2008
EL PASO
Tratadas ya en otras páginas de este boletín especial aspectos esenciales de la primitiva Hermandad
de las Tres Caídas de Triana, vamos a realizar ahora un recorrido por la evolución y el aspecto que
tuvieron los Pasos en los que, a lo largo de los siglos, procesionó la imagen del Señor.
Nada sabemos de los primeros años fundacionales en cuanto a los Pasos o andas se refiere, pero
imaginamos que estos tendrían poca entidad artística, además de poco tamaño, acorde con la estética
y costumbres de entonces, en las que se le daba mucha más importancia a la imagen que a todos
los demás elementos, según ya estudió y ha dejado escrito el profesor Roda Peña (1), siendo portado
por anderos u horquilleros y no por costaleros. A esta sencillez propia del momento debemos unir la
condición modestísima que tuvo en esos años la Cofradía de las Tres Caídas, al ser una Hermandad
de gente humilde, surgida en un arrabal donde la ciudad ya se confundía con el campo.
Es a partir del último tercio del siglo XVII, época de la fundación de la Hermandad, cuando
comienzan a estrenarse Pasos con un aspecto más próximo al que conocemos hoy, sobre todo tras
los realizados por Ruiz Gijón, entre ellos el paradigmático del Gran Poder, además de otros muchos
de Hermandades ya perdidos o muy reformados, como el del Cristo del Amor, que ya se consideraban
“grandes” para el momento y que eran portados por costaleros, siendo entonces una novedad, una
nueva tipología. Ya iniciado el siglo XVIII, la Hermandad trianera, ya consolidada, atraviesa un momento
de bonanza económica y comienza a encargar importantes elementos, entre ellos, un Paso o “urna”
(como se llamaba entonces a la canastilla).
El paso encargado en 1704 vendido a la Cofradía de Las Cigarreras
Es también el Profesor Roda Peña quien dio a conocer la noticia del Paso encargado por la
Hermandad en 1704 y entregado al año siguiente, 1705. Fallido encargo, pues resultó demasiado
grande para la imagen titular según nos sigue informando Roda Peña, tras lo cual, y sin llegar a
estrenarse por lo que se ve, se acuerda inmediatamente venderlo y con el producto de su venta
encargar otro más acorde con las medidas del titular y el pasaje evangélico representado. Su venta
se tasó en 2.800 reales (2).
Quizá la circunstancia anotada por el profesor
Roda Peña de la supuesta amplitud del Paso y su
falta de acoplamiento con la imagen del Señor de las
Tres Caídas sea la conclusión lógica a la que se llega
considerando el destino final de las andas; soportando
un Misterio, un conjunto de figuras, en este caso el
pasaje de los azotes, pues el otro Misterio que en
aquellas fechas poseía la Hermandad, el Señor de la
Púrpura, acababa de estrenar andas (3).
Lo que se conserva es el contrato de venta a la
Cofradía de la Columna y azotes, no el encargo al
artista que lo ejecutó, por lo que ignoramos su nombre
y demás circunstancias. También desconocemos a
ciencia cierta el paradero de aquellas andas encargadas
por la Cofradía de las Tres Caídas y estrenadas por
EL PASO PROCESIONAL DEL STMO. CRISTO DE LAS TRES
CAÍDAS; UN RECORRIDO POR SU EVOLUCIÓN HISTÓRICA
En 1704, la Hermandad de las Tres Caídas de Triana decide encargar
un nuevo Paso, desconociéndose el nombre del autor, que finalmente
no se utilizó por resultar demasiado grande, vendiéndose entonces a
la Cofradía de las Cigarreras. Esta Cofradía utilizó hasta principios de
los años setenta unas muy antiguas andas, en la foto, cuya tipología
y estilo pueden concordar con el Paso comprado a la Hermandad de
Triana en 1705.
IV Centenario Hermandad de las Tres Caídas 35
PASO PROCESIONAL
la Cofradía de Columna y azotes, pero el Paso que
esta Hermandad utilizó hasta 1972, hoy en Sanlúcar de
Barrameda, nos plantea serios interrogantes sobre si no
es el original adquirido en 1705 a la Cofradía trianera. Su
trabajo de talla, el tipo de hoja utilizada y su morfología en
todos sus términos nos remiten a una obra de finales del
XVII o principios del XVIII, cronología acorde con la pieza
que estamos tratando.
El paso de Pedro Ruiz Paniagua (1707)
El 2 de Junio de 1707, la Cofradía celebra Cabildo para
aprobar la ejecución de un nuevo Paso, según un dibujo
presentado por el ensamblador Pedro Ruiz Paniagua (es
curiosísimo pensar qué poco han cambiado algunas cosas
en las Cofradías), que se mostró, según el acta del Cabildo
“a personas inteligentes en la misma facultad, los cuales
aprobaron por bueno”, y comisionar a tres hermanos para
contratarlo.
El 17 de Julio de 1707, Pedro Ruiz Paniagua contrata
con la cofradía la construcción de un nuevo Paso o
“urna” para el Stmo. Cristo. Suponemos que estudiadas
y consensuadas escrupulosamente las medidas tras el
fracaso del Paso anterior, se concretan en las siguientes;
tres varas y cuarta de largo (2,70 aproximadamente), dos
varas de ancho (1, 70 aprox.) y media vara de alto (41
cm.), sobre lo cual iría un remate de una tercia (28 cm.).
Como vemos, conocemos todos los detalles de este
Paso gracias al hallazgo documental de su contrato por
parte de Alvaro Pastor, quien lo publicó y lo dio a conocer
(4). La canastilla, según se especifica en el contrato, era calada (en aquel entonces no eran mayoría los
que estaban así ejecutados), y en ella figuraban cuatro escenas o “tarjetas”, según la terminología de
la época, de la pasión, suponemos que en bajorrelieves, y encima de la canastilla se situaba un monte,
perfectamente concretado y definido como tal en el contrato, sobre el cual iba situada la imagen, y
cuatro ángeles de “dos tersias” (56 cm.) sobre un pedestal de unos 14 cm.
Según la documentación hallada por el Profesor Sánchez Herrero en el Palacio Arzobispal, tras la
incautación de la Capilla de los Marineros en 1868, las imágenes pasaron al Convento de San Jacinto,
como todos sabemos, y muchos de sus pertenencias fueron trasladados “en calidad de depósito” a
“Iglesias pobres que lo necesitaban”. Entre esos bienes, se documentan “seis ángeles entregados
a la Hermandad de las Siete Palabras, establecida en Sevilla”, cuya devolución fue solicitada tras la
reorganización de la Hermandad en 1888 y denegada por el Arzobispado injustamente en 1893 (5).
Esos angeles, aunque se señalen seis (quizá se entregaran dos pequeños o querubines), creemos
que se tratan de los que hoy procesionan en las esquinas del Paso de misterio de las Siete Palabras,
de más antigüedad que su canastilla y discreta factura, cuyo origen en la Cofradía del Miércoles Santo
es ignorado y que solo aparecen en inventarios de esa corporación a partir de la fecha del cierre de
la Capilla de los Marineros(6), aparte de corresponder en medidas a los señalados en el contrato del
Paso de Pedro Ruiz Paniagua..
Pues bien, con este Paso, con su canasto tallado y calado (imaginamos que dorado, aunque nada
se dice en el contrato, quizá se acordara este trabajo con otro artífice en documento aparte y hoy en
paradero desconocido, o se encargara de ese menester el propio Pedro Ruiz Paniagua), con su monte
sobre el cual iba colocado el Cristo de las Tres Caídas, y sus ángeles en las esquinas procesionó la
Hermandad durante todo el siglo XVIII al menos. Nada sabemos de nuevo del sistema de iluminación
Del Paso que la Hermandad encargara en 1707
a Pedro Ruiz Paniagua no se conserva ningún
elemento, pero hay algunos datos encontrados en
Palacio Arzobispal y en la propia documentación
de la Hermandad de las Siete Palabras como para
plantear que estos arcángeles que figuran en las
esquinas del Paso de misterio de la Hermandad del
Miércoles Santo fueron los que labró Ruiz Paniagua
para el Paso de la Hermandad de las Tres Caídas.
(foto Luis Arenas)
36 Boletín Extraordinario
PASO PROCESIONAL
de las andas, y siguen sin generalizarse entre las Hermandades los candelabros de guardabrisas,
algo que ocurrió ya en el siglo XIX. De nuevo pensamos en la hipótesis de que fuesen faroles o
candelabros sin ninguna entidad artística, sino funcional, los que sirvieran para dar iluminación a la
imagen, de ahí que el tallista no fuera el encargado de realizarlos junto con el resto del trabajo. Lo
mismo sigue ocurriendo con los respiraderos, también generalizados en el siglo XIX, con lo cual nos
encontraríamos con unos faldones hasta la mesa o moldura del Paso.
Por otro documento de 1757, se sabe que la Hermandad prestó a la recién creada de los Gitanos
una serie de enseres entre los que figuraban “cuatro faldones de terciopelo y cuatro de calímaco, todo
negro” (7), por lo que podemos intuir que los faldones de este Paso que estamos comentando fueron,
o bien de terciopelo o bien de calímaco, pero de color negro (desconocemos hasta el momento qué
tipo de tejido es el denominado por aquellas fechas “calímaco”).
Según Bermejo, la Hermandad dejó de efectuar la Estación de Penitencia durante 40 años,
reanudándola en 1796. Tras diversos altibajos, se termina la Capilla y se encargan para este recinto la
realización de retablos neoclásicos, saliendo de Ella por primera vez en 1816.
El paso de la reorganización de la Hermandad (1889)
Nada sabemos del aspecto del Paso en el que se procesionó al Nazareno de las Tres Caídas
durante los tres primeros tercios del siglo XIX. Tan sólo podemos constatar la presencia de los cuatro
ángeles pasionarios ya comentados, pues fueron llevados a la Hermandad de las Siete Palabras tras
la revolución y cierre de la Capilla en 1868.
Desconocemos si la Hermandad seguía
conservando el Paso entero de Pedro Ruiz
Paniagua, aunque se nos antoja muy difícil,
ya que en aquellos años el gusto estético
cambió bastante, al haberse introducido el
estilo neoclásico (en el cual estaban realizados
los retablos que la Capilla poseía en aquella
fecha) en las Hermandades y en sus canastillas
concretamente, pintadas de blanco u otro
color con adornos dorados sobrepuestos y
columnillas. Además de este factor estético,
no debemos pasar por alto los altibajos de la
Hermandad, ya hemos anotado que estuvo 40
años sin realizar la Estación, por lo que es muy
posible que aquel Paso, ya con más de cien
años, quedara deteriorado o en mal uso.
Tras el traslado a San Jacinto de las imágenes,
y después de 20 años de disolución de la
Hermandad, ésta se recompone nuevamente
en Abril de 1888, y en 1889 realiza de nuevo la
Estación de Penitencia. De ese primer Paso tras
la reorganización sí tenemos afortunadamente
constancia gráfica, que dimos a conocer en este
mismo Boletín de la Hermandad en el número
de adviento de 2006, al que remitimos por no
volvernos a extender sobre este Paso.
Tenía la apariencia de ser un Paso provisional
para ese momento, y de estar resuelto con
elementos de diversa procedencia, en una
situación de falta de recursos económicos.
Se trataba de una simple y humilde canastilla
rectilínea doble, de regusto neoclásico al estar
Tras la reorganización de 1888, la Hermandad reanuda sus
desfiles procesionales en 1889, partiendo prácticamente de cero.
En esos primeros años, se utilizan unas andas procesionales
que quizá estuvieran realizadas con elementos de una anterior
neoclásica, de la época de la inauguración de la Capilla. Aún
así, eran de aspecto provisional y con elementos reutilizados de
otras procedencias.
IV Centenario Hermandad de las Tres Caídas 37
PASO PROCESIONAL
pintada de un color claro, destacando unos
espacios calados con tallas que, por lo que se deja
ver en la fotografía, sí eran doradas, al igual que
los candelabros de guardabrisas, primera vez que
tenemos constancia de su uso en la Hermandad,
y tienen el aspecto de los realizados en el último
tercio de ese siglo XIX, ( quizá corresponderían a
otras andas, y fuesen prestados en esos primeros
años de la difícil reorganización). En el frontal de
la canastilla, un escudo formado por dos anclas
cruzadas. Los respiraderos eran inexistentes,
con lo cual los faldones (de un color muy oscuro,
presumiblemente negro) llegaban justo hasta la
mesa del Paso.
Por el aspecto de esta canastilla, ya hemos
anotado que neoclásico, podemos intuir que
quizás se tratase del Paso que la Hermandad
procesionara desde la Capilla de los Marineros
antes de la revolución de 1868, y que una vez
refundada, se procurara su arreglo y adaptación
a la nueva etapa en San Jacinto, pues su estética
corresponde a los Pasos ejecutados en la primera
mitad del siglo XIX.
El Paso de Salvago y Cía (1894)
Retomando el trabajo del Profesor Roda Peña,
la Cofradía, ya más consolidada tras los primeros
años de reorganización y salidas procesionales, y
ya con amplias miras y planes de futuro, encarga
un nuevo Paso de Cristo a los talleres de José
Salvago y Compañía, en la actual calle Conde de
Ybarra. (8)
Este coqueto Paso era, para la época en que se estrenó, un suntuoso conjunto que nada tenía que
envidiar a los Pasos que se paseaban por toda la ciudad. Aunque está ampliamente fotografiado y
por ello conocemos bien su aspecto, anotamos que tenía cartelas en los ángulos y en el centro de los
costeros de la Canastilla, así como candelabros en las esquinas y en los costeros, muy airosos y ricos
para su tiempo, así como parejas de ángeles sobre las cartelas, cresterías y respiraderos. En suma, un
magnífico conjunto que junto a la túnica que estrenó el Titular de Rodríguez Ojeda, hoy reproducida,
dio un absoluto vuelco a la presentación del Cristo de las Tres Caídas en las calles trianeras y sevillanas
con respecto al Paso estudiado anteriormente.
Roda cita una reforma de este Paso en 1922, reforma en la cual, y como puntos más importantes,
se le añaden faroles de metal plateado en los entrantes del canasto y se le añaden maniguetas de
caoba, pues en todo lo demás, el Paso, según se aprecia en fotografías de antes y después, no sufre
cambios de importancia.
La reforma y ampliación del Paso de Salvago y Cía (1938-1943)
El cambio sustancial e histórico en la historia de este Paso trianero y de su Titular se da en 1938, año
en el que la Hermandad decide acometer el conjunto escultórico del Misterio, cuyo boceto presenta
Antonio Castillo Lastrucci. Lógicamente, ampliación del Paso y ejecución del Misterio van unidos.
Este cambio de “naturaleza” o “tipología” de Paso procesional llegará ya hasta nuestros días y
supondrá una seña de identidad de la Hermandad trianera. No vamos a detallar aquí exhaustivamente
En 1894 tiene lugar el estreno de unas andas muy ricamente
labradas para la época, convirtiéndose entonces el Paso del
Cristo de las Tres Caídas en unos de los más lujosos de la
época. Fue labrado este Paso en los talleres de Salvago y Cia y
se utilizó, salvo ligeras reformas, hasta 1938.
38 Boletín Extraordinario
el proceso de creación y estreno del Paso y misterio,
pues ya lo hizo el Profesor Roda Peña en su trabajo
tantas veces citado en la publicación que sobre la
Hermandad realizó la Editorial Tartessos, pero vamos a
señalar sus hitos más importantes.
Según se deduce del trabajo de Roda y de la
contemplación de antiguas fotografías, la ampliación
tuvo del Paso tuvo tres fases diferenciadas;
-Una primera que parte del citado año 1938, en el
que el tallista y dorador José Rodríguez Carrera realiza
completamente nuevos los respiraderos y alarga y
ensancha la canastilla, quedando todo el conjunto sin
dorar y estrenándose en la Semana Santa de 1939
junto con la imagen de Castillo de Simón de Cirene. El
trabajo de este tallista importa 7.050 pesetas más 566
por horas extraordinarias, 7.616 en total.
-Una segunda fase en la que interviene el carpintero
Fernando Quiles, que ensancha la tarima de la canastilla,
la superficie útil para colocar las figuras del Misterio
que poco a poco va tallando Castillo, haciendo volar
la tarima superior junto con la moldura que la adorna,
aproximadamente una cuarta con respecto al borde
de la canastilla, disimulando dicho vuelo y dándole
cierta coherencia arquitectónica a través de pequeñas
ménsulas talladas que parecen soportar dicha voladura.
Así salió el Paso a la calle en 1941, todavía sin dorar
pero ya con las figuras de las mujeres y el esclavo
etíope o “negro”. Las cartelas estaban todavía por
tallar y los angeles por policromar. Al año siguiente,
1942, se estrena el Centurión a caballo. Por el trabajo
realizado, Quiles recibió 8.755 pesetas, más todavía de
lo invertido en la fase inicial, con lo que, coincidiendo
con Roda Peña, queda demostrada la envergadura del
trabajo realizado.
-Una tercer y última fase en la que interviene el recordado hermano de esta Corporación Antonio
Sánchez González (1905-1983), quien contrata el dorado del Paso que comienza tras la Semana Santa
de 1942 y que concluye felizmente en 1943, importando dicha obra 16.500 pesetas, estrenándose
también dicho año las cartelas de metal repujado labradas por Andrés Contreras representando a los
Evangelistas en las esquinas y escenas de la Pasión en las de los centros de los costeros y del frontal
y trasera, que importaron a su vez 6.000 pesetas. También se estrenan los faldones realizados por
José Percio con terciopelo y ricos galones de oro.
Así pues, desde 1943 el Paso del Cristo de las Tres Caídas sale totalmente terminado en talla,
dorado, cartelas, faldones y composición del Misterio, y concluye así un proceso en el que se invirtieron
cinco años para transformar radicalmente las andas y el aspecto del Paso.
El paso actual (1970-1973)
Del actual Paso del Stmo. Cristo de las Tres Caídas se ha escrito mucho, comenzando por este
mismo Boletín, así como su génesis y el intento de suprimir el Misterio por parte de algunos hermanos
en 1968 (9)
La génesis del actual Paso y su proceso de creación y acabado abarca cinco años; tras los
primeros contactos entre tallista y Hermandad en 1968, que es cuando se presenta el proyecto
A partir de 1943 el Paso de Cristo ofrece este aspecto,
se le superpone, en la zona superior de la canastilla, una
tarima que sobresale y proporciona mayor espacio para
despejar el conjunto de figuras, apoyada dicha tarima
mediante numerosas mensulillas a la canastilla, se
ejecutan las cartelas, en metal plateado, representando
a envangelistas y escenas bíblicas, por Andrés
Contreras, y se dora finalmente todo el conjunto por
Antonio Sánchez.
PASO PROCESIONAL
IV Centenario Hermandad de las Tres Caídas 39
PASO PROCESIONAL
del actual Paso, la obra
comienza a estrenarse en
1970; concretamente los
respiraderos, acoplados
al antiguo Paso pues
tenían la misma medida
de parihuela. Estipulada
en un principio en
436.000 pesetas, se
le suman 14.192 por
reajustes del presupuesto
y carestía de la vida. Al
año siguiente, 1971, se
estrena completamente el
conjunto a falta de dorado
y cartelas. Es en ese año,
al replantear las figuras
del Misterio sobre la
nueva canastilla, cuando
se desestima la inclusión
del esclavo etíope en la
composición del Misterio,
habida cuenta de que ésta
nueva canastilla resulta
ligeramente más estrecha
que la anterior, y tras
probar la situación de las figuras, su composición, los puntos de visión para que no se tapara la
imagen del Cristo y los pros y los contras, se prescinde de su uso procesional ya para la Semana
Santa de 1971.
Al año siguiente, 1972, El Paso sigue igual y ya es en 1973 cuando se remata con su dorado
completo por 500.000 pesetas, más de lo que costó tallarlo, y su cartelas en plata en su color
realizadas por Villareal, idea ésta de las cartelas en plata heredadas del anterior canasto, que poseía
unas realizadas por Andrés Contretas tal y como hemos señalado. Las últimas reformas tuvieron
lugar en los años noventa, realizándose nuevos faldones bordados en el Taller de Caro según dibujo
de Juan Antonio Borrero, e incorporándose a los pocos años los cuantro ángeles de las esquinas, de
Luis Alvarez Duarte, dorándose de nuevo el Paso. Así permanece en la actualidad.
Francisco Javier Sánchez de los Reyes
Notas
1. Roda Peña, José; “El Paso Procesional: talla, dorado y escultura” en “Sevilla Penitente”, Tomo 2, Editorial Gever, Sevilla, 1995.
2. Roda Peña, José; “El Paso Procesional del Nazareno de las Tres Caídas” en “Esperanza de Triana”, tomo 2, Editorial Tartessos,
Sevilla, 1996. pag. 79.
3. Juan Carrero en sus “Anales de las Cofradías Sevillanas” cita el año 1698 como el del estreno de las andas del Señor de la Sagrada
Púrpura.
4. Pastor Torres, Alvaro; “Un Paso del arquitecto y retablista Pedro Ruiz Paniagua para el Cristo de las Tres Caídas de Triana (1707)”
en “Boletín de las Cofradías de Sevilla” num. 506, correspondiente al número extraordinario de Abril de 2001, pags. 54-59.
5. Sánchez Herrero, José; “La Hermandad de la Esperanza de Triana, 1874-1931.” En “Esperanza de Triana”, de Editorial Tartessos,
tomo 1, pag. 78.
6. Dato facilitado por quien fuera Secretario de la Hermandad del Miércoles Santo y actual Director del Boletín de las Cofradías
de Sevilla, Rafael Jiménez Sanpedro.
7. García de la Concha Delgado, Federico; “La Esperanza de Triana: Orígenes y desarrollo histórico hasta la época romántica”. En
“Esperanza de Triana”, tomo 1, pag. 64.
8. Roda Peña, José; “El Paso procesional del Nazareno de las Tres Caídas”, en “Esperanza de Triana” de Editorial Tartessos, tomo 2.
pags. 80-81. El Profesor Roda cita como fuente la prensa de la época.
9. Este tema ya fue tratado por el mismo autor en el boletín de la Hermandad número 87, correspondiente a la cuaresma de 2007,
pags.34-36.
En 1968 comienza a gestarse el proyecto de nuevo Paso para el misterio de las Tres Caídas,
que no comienza a materializarse hasta el año siguiente y cuyo estreno de la canastilla tiene
lugar la Semana Santa de 1970, no completándose hasta 1973. Es el actual, cuyo coste
superó el millón de pesetas de la época, labrado y trazado magistralmente por Manuel
Guzmán Bejarano.
40 Boletín Extraordinario
de las Tres Caídas de Triana, vamos a realizar ahora un recorrido por la evolución y el aspecto que
tuvieron los Pasos en los que, a lo largo de los siglos, procesionó la imagen del Señor.
Nada sabemos de los primeros años fundacionales en cuanto a los Pasos o andas se refiere, pero
imaginamos que estos tendrían poca entidad artística, además de poco tamaño, acorde con la estética
y costumbres de entonces, en las que se le daba mucha más importancia a la imagen que a todos
los demás elementos, según ya estudió y ha dejado escrito el profesor Roda Peña (1), siendo portado
por anderos u horquilleros y no por costaleros. A esta sencillez propia del momento debemos unir la
condición modestísima que tuvo en esos años la Cofradía de las Tres Caídas, al ser una Hermandad
de gente humilde, surgida en un arrabal donde la ciudad ya se confundía con el campo.
Es a partir del último tercio del siglo XVII, época de la fundación de la Hermandad, cuando
comienzan a estrenarse Pasos con un aspecto más próximo al que conocemos hoy, sobre todo tras
los realizados por Ruiz Gijón, entre ellos el paradigmático del Gran Poder, además de otros muchos
de Hermandades ya perdidos o muy reformados, como el del Cristo del Amor, que ya se consideraban
“grandes” para el momento y que eran portados por costaleros, siendo entonces una novedad, una
nueva tipología. Ya iniciado el siglo XVIII, la Hermandad trianera, ya consolidada, atraviesa un momento
de bonanza económica y comienza a encargar importantes elementos, entre ellos, un Paso o “urna”
(como se llamaba entonces a la canastilla).
El paso encargado en 1704 vendido a la Cofradía de Las Cigarreras
Es también el Profesor Roda Peña quien dio a conocer la noticia del Paso encargado por la
Hermandad en 1704 y entregado al año siguiente, 1705. Fallido encargo, pues resultó demasiado
grande para la imagen titular según nos sigue informando Roda Peña, tras lo cual, y sin llegar a
estrenarse por lo que se ve, se acuerda inmediatamente venderlo y con el producto de su venta
encargar otro más acorde con las medidas del titular y el pasaje evangélico representado. Su venta
se tasó en 2.800 reales (2).
Quizá la circunstancia anotada por el profesor
Roda Peña de la supuesta amplitud del Paso y su
falta de acoplamiento con la imagen del Señor de las
Tres Caídas sea la conclusión lógica a la que se llega
considerando el destino final de las andas; soportando
un Misterio, un conjunto de figuras, en este caso el
pasaje de los azotes, pues el otro Misterio que en
aquellas fechas poseía la Hermandad, el Señor de la
Púrpura, acababa de estrenar andas (3).
Lo que se conserva es el contrato de venta a la
Cofradía de la Columna y azotes, no el encargo al
artista que lo ejecutó, por lo que ignoramos su nombre
y demás circunstancias. También desconocemos a
ciencia cierta el paradero de aquellas andas encargadas
por la Cofradía de las Tres Caídas y estrenadas por
EL PASO PROCESIONAL DEL STMO. CRISTO DE LAS TRES
CAÍDAS; UN RECORRIDO POR SU EVOLUCIÓN HISTÓRICA
En 1704, la Hermandad de las Tres Caídas de Triana decide encargar
un nuevo Paso, desconociéndose el nombre del autor, que finalmente
no se utilizó por resultar demasiado grande, vendiéndose entonces a
la Cofradía de las Cigarreras. Esta Cofradía utilizó hasta principios de
los años setenta unas muy antiguas andas, en la foto, cuya tipología
y estilo pueden concordar con el Paso comprado a la Hermandad de
Triana en 1705.
IV Centenario Hermandad de las Tres Caídas 35
PASO PROCESIONAL
la Cofradía de Columna y azotes, pero el Paso que
esta Hermandad utilizó hasta 1972, hoy en Sanlúcar de
Barrameda, nos plantea serios interrogantes sobre si no
es el original adquirido en 1705 a la Cofradía trianera. Su
trabajo de talla, el tipo de hoja utilizada y su morfología en
todos sus términos nos remiten a una obra de finales del
XVII o principios del XVIII, cronología acorde con la pieza
que estamos tratando.
El paso de Pedro Ruiz Paniagua (1707)
El 2 de Junio de 1707, la Cofradía celebra Cabildo para
aprobar la ejecución de un nuevo Paso, según un dibujo
presentado por el ensamblador Pedro Ruiz Paniagua (es
curiosísimo pensar qué poco han cambiado algunas cosas
en las Cofradías), que se mostró, según el acta del Cabildo
“a personas inteligentes en la misma facultad, los cuales
aprobaron por bueno”, y comisionar a tres hermanos para
contratarlo.
El 17 de Julio de 1707, Pedro Ruiz Paniagua contrata
con la cofradía la construcción de un nuevo Paso o
“urna” para el Stmo. Cristo. Suponemos que estudiadas
y consensuadas escrupulosamente las medidas tras el
fracaso del Paso anterior, se concretan en las siguientes;
tres varas y cuarta de largo (2,70 aproximadamente), dos
varas de ancho (1, 70 aprox.) y media vara de alto (41
cm.), sobre lo cual iría un remate de una tercia (28 cm.).
Como vemos, conocemos todos los detalles de este
Paso gracias al hallazgo documental de su contrato por
parte de Alvaro Pastor, quien lo publicó y lo dio a conocer
(4). La canastilla, según se especifica en el contrato, era calada (en aquel entonces no eran mayoría los
que estaban así ejecutados), y en ella figuraban cuatro escenas o “tarjetas”, según la terminología de
la época, de la pasión, suponemos que en bajorrelieves, y encima de la canastilla se situaba un monte,
perfectamente concretado y definido como tal en el contrato, sobre el cual iba situada la imagen, y
cuatro ángeles de “dos tersias” (56 cm.) sobre un pedestal de unos 14 cm.
Según la documentación hallada por el Profesor Sánchez Herrero en el Palacio Arzobispal, tras la
incautación de la Capilla de los Marineros en 1868, las imágenes pasaron al Convento de San Jacinto,
como todos sabemos, y muchos de sus pertenencias fueron trasladados “en calidad de depósito” a
“Iglesias pobres que lo necesitaban”. Entre esos bienes, se documentan “seis ángeles entregados
a la Hermandad de las Siete Palabras, establecida en Sevilla”, cuya devolución fue solicitada tras la
reorganización de la Hermandad en 1888 y denegada por el Arzobispado injustamente en 1893 (5).
Esos angeles, aunque se señalen seis (quizá se entregaran dos pequeños o querubines), creemos
que se tratan de los que hoy procesionan en las esquinas del Paso de misterio de las Siete Palabras,
de más antigüedad que su canastilla y discreta factura, cuyo origen en la Cofradía del Miércoles Santo
es ignorado y que solo aparecen en inventarios de esa corporación a partir de la fecha del cierre de
la Capilla de los Marineros(6), aparte de corresponder en medidas a los señalados en el contrato del
Paso de Pedro Ruiz Paniagua..
Pues bien, con este Paso, con su canasto tallado y calado (imaginamos que dorado, aunque nada
se dice en el contrato, quizá se acordara este trabajo con otro artífice en documento aparte y hoy en
paradero desconocido, o se encargara de ese menester el propio Pedro Ruiz Paniagua), con su monte
sobre el cual iba colocado el Cristo de las Tres Caídas, y sus ángeles en las esquinas procesionó la
Hermandad durante todo el siglo XVIII al menos. Nada sabemos de nuevo del sistema de iluminación
Del Paso que la Hermandad encargara en 1707
a Pedro Ruiz Paniagua no se conserva ningún
elemento, pero hay algunos datos encontrados en
Palacio Arzobispal y en la propia documentación
de la Hermandad de las Siete Palabras como para
plantear que estos arcángeles que figuran en las
esquinas del Paso de misterio de la Hermandad del
Miércoles Santo fueron los que labró Ruiz Paniagua
para el Paso de la Hermandad de las Tres Caídas.
(foto Luis Arenas)
36 Boletín Extraordinario
PASO PROCESIONAL
de las andas, y siguen sin generalizarse entre las Hermandades los candelabros de guardabrisas,
algo que ocurrió ya en el siglo XIX. De nuevo pensamos en la hipótesis de que fuesen faroles o
candelabros sin ninguna entidad artística, sino funcional, los que sirvieran para dar iluminación a la
imagen, de ahí que el tallista no fuera el encargado de realizarlos junto con el resto del trabajo. Lo
mismo sigue ocurriendo con los respiraderos, también generalizados en el siglo XIX, con lo cual nos
encontraríamos con unos faldones hasta la mesa o moldura del Paso.
Por otro documento de 1757, se sabe que la Hermandad prestó a la recién creada de los Gitanos
una serie de enseres entre los que figuraban “cuatro faldones de terciopelo y cuatro de calímaco, todo
negro” (7), por lo que podemos intuir que los faldones de este Paso que estamos comentando fueron,
o bien de terciopelo o bien de calímaco, pero de color negro (desconocemos hasta el momento qué
tipo de tejido es el denominado por aquellas fechas “calímaco”).
Según Bermejo, la Hermandad dejó de efectuar la Estación de Penitencia durante 40 años,
reanudándola en 1796. Tras diversos altibajos, se termina la Capilla y se encargan para este recinto la
realización de retablos neoclásicos, saliendo de Ella por primera vez en 1816.
El paso de la reorganización de la Hermandad (1889)
Nada sabemos del aspecto del Paso en el que se procesionó al Nazareno de las Tres Caídas
durante los tres primeros tercios del siglo XIX. Tan sólo podemos constatar la presencia de los cuatro
ángeles pasionarios ya comentados, pues fueron llevados a la Hermandad de las Siete Palabras tras
la revolución y cierre de la Capilla en 1868.
Desconocemos si la Hermandad seguía
conservando el Paso entero de Pedro Ruiz
Paniagua, aunque se nos antoja muy difícil,
ya que en aquellos años el gusto estético
cambió bastante, al haberse introducido el
estilo neoclásico (en el cual estaban realizados
los retablos que la Capilla poseía en aquella
fecha) en las Hermandades y en sus canastillas
concretamente, pintadas de blanco u otro
color con adornos dorados sobrepuestos y
columnillas. Además de este factor estético,
no debemos pasar por alto los altibajos de la
Hermandad, ya hemos anotado que estuvo 40
años sin realizar la Estación, por lo que es muy
posible que aquel Paso, ya con más de cien
años, quedara deteriorado o en mal uso.
Tras el traslado a San Jacinto de las imágenes,
y después de 20 años de disolución de la
Hermandad, ésta se recompone nuevamente
en Abril de 1888, y en 1889 realiza de nuevo la
Estación de Penitencia. De ese primer Paso tras
la reorganización sí tenemos afortunadamente
constancia gráfica, que dimos a conocer en este
mismo Boletín de la Hermandad en el número
de adviento de 2006, al que remitimos por no
volvernos a extender sobre este Paso.
Tenía la apariencia de ser un Paso provisional
para ese momento, y de estar resuelto con
elementos de diversa procedencia, en una
situación de falta de recursos económicos.
Se trataba de una simple y humilde canastilla
rectilínea doble, de regusto neoclásico al estar
Tras la reorganización de 1888, la Hermandad reanuda sus
desfiles procesionales en 1889, partiendo prácticamente de cero.
En esos primeros años, se utilizan unas andas procesionales
que quizá estuvieran realizadas con elementos de una anterior
neoclásica, de la época de la inauguración de la Capilla. Aún
así, eran de aspecto provisional y con elementos reutilizados de
otras procedencias.
IV Centenario Hermandad de las Tres Caídas 37
PASO PROCESIONAL
pintada de un color claro, destacando unos
espacios calados con tallas que, por lo que se deja
ver en la fotografía, sí eran doradas, al igual que
los candelabros de guardabrisas, primera vez que
tenemos constancia de su uso en la Hermandad,
y tienen el aspecto de los realizados en el último
tercio de ese siglo XIX, ( quizá corresponderían a
otras andas, y fuesen prestados en esos primeros
años de la difícil reorganización). En el frontal de
la canastilla, un escudo formado por dos anclas
cruzadas. Los respiraderos eran inexistentes,
con lo cual los faldones (de un color muy oscuro,
presumiblemente negro) llegaban justo hasta la
mesa del Paso.
Por el aspecto de esta canastilla, ya hemos
anotado que neoclásico, podemos intuir que
quizás se tratase del Paso que la Hermandad
procesionara desde la Capilla de los Marineros
antes de la revolución de 1868, y que una vez
refundada, se procurara su arreglo y adaptación
a la nueva etapa en San Jacinto, pues su estética
corresponde a los Pasos ejecutados en la primera
mitad del siglo XIX.
El Paso de Salvago y Cía (1894)
Retomando el trabajo del Profesor Roda Peña,
la Cofradía, ya más consolidada tras los primeros
años de reorganización y salidas procesionales, y
ya con amplias miras y planes de futuro, encarga
un nuevo Paso de Cristo a los talleres de José
Salvago y Compañía, en la actual calle Conde de
Ybarra. (8)
Este coqueto Paso era, para la época en que se estrenó, un suntuoso conjunto que nada tenía que
envidiar a los Pasos que se paseaban por toda la ciudad. Aunque está ampliamente fotografiado y
por ello conocemos bien su aspecto, anotamos que tenía cartelas en los ángulos y en el centro de los
costeros de la Canastilla, así como candelabros en las esquinas y en los costeros, muy airosos y ricos
para su tiempo, así como parejas de ángeles sobre las cartelas, cresterías y respiraderos. En suma, un
magnífico conjunto que junto a la túnica que estrenó el Titular de Rodríguez Ojeda, hoy reproducida,
dio un absoluto vuelco a la presentación del Cristo de las Tres Caídas en las calles trianeras y sevillanas
con respecto al Paso estudiado anteriormente.
Roda cita una reforma de este Paso en 1922, reforma en la cual, y como puntos más importantes,
se le añaden faroles de metal plateado en los entrantes del canasto y se le añaden maniguetas de
caoba, pues en todo lo demás, el Paso, según se aprecia en fotografías de antes y después, no sufre
cambios de importancia.
La reforma y ampliación del Paso de Salvago y Cía (1938-1943)
El cambio sustancial e histórico en la historia de este Paso trianero y de su Titular se da en 1938, año
en el que la Hermandad decide acometer el conjunto escultórico del Misterio, cuyo boceto presenta
Antonio Castillo Lastrucci. Lógicamente, ampliación del Paso y ejecución del Misterio van unidos.
Este cambio de “naturaleza” o “tipología” de Paso procesional llegará ya hasta nuestros días y
supondrá una seña de identidad de la Hermandad trianera. No vamos a detallar aquí exhaustivamente
En 1894 tiene lugar el estreno de unas andas muy ricamente
labradas para la época, convirtiéndose entonces el Paso del
Cristo de las Tres Caídas en unos de los más lujosos de la
época. Fue labrado este Paso en los talleres de Salvago y Cia y
se utilizó, salvo ligeras reformas, hasta 1938.
38 Boletín Extraordinario
el proceso de creación y estreno del Paso y misterio,
pues ya lo hizo el Profesor Roda Peña en su trabajo
tantas veces citado en la publicación que sobre la
Hermandad realizó la Editorial Tartessos, pero vamos a
señalar sus hitos más importantes.
Según se deduce del trabajo de Roda y de la
contemplación de antiguas fotografías, la ampliación
tuvo del Paso tuvo tres fases diferenciadas;
-Una primera que parte del citado año 1938, en el
que el tallista y dorador José Rodríguez Carrera realiza
completamente nuevos los respiraderos y alarga y
ensancha la canastilla, quedando todo el conjunto sin
dorar y estrenándose en la Semana Santa de 1939
junto con la imagen de Castillo de Simón de Cirene. El
trabajo de este tallista importa 7.050 pesetas más 566
por horas extraordinarias, 7.616 en total.
-Una segunda fase en la que interviene el carpintero
Fernando Quiles, que ensancha la tarima de la canastilla,
la superficie útil para colocar las figuras del Misterio
que poco a poco va tallando Castillo, haciendo volar
la tarima superior junto con la moldura que la adorna,
aproximadamente una cuarta con respecto al borde
de la canastilla, disimulando dicho vuelo y dándole
cierta coherencia arquitectónica a través de pequeñas
ménsulas talladas que parecen soportar dicha voladura.
Así salió el Paso a la calle en 1941, todavía sin dorar
pero ya con las figuras de las mujeres y el esclavo
etíope o “negro”. Las cartelas estaban todavía por
tallar y los angeles por policromar. Al año siguiente,
1942, se estrena el Centurión a caballo. Por el trabajo
realizado, Quiles recibió 8.755 pesetas, más todavía de
lo invertido en la fase inicial, con lo que, coincidiendo
con Roda Peña, queda demostrada la envergadura del
trabajo realizado.
-Una tercer y última fase en la que interviene el recordado hermano de esta Corporación Antonio
Sánchez González (1905-1983), quien contrata el dorado del Paso que comienza tras la Semana Santa
de 1942 y que concluye felizmente en 1943, importando dicha obra 16.500 pesetas, estrenándose
también dicho año las cartelas de metal repujado labradas por Andrés Contreras representando a los
Evangelistas en las esquinas y escenas de la Pasión en las de los centros de los costeros y del frontal
y trasera, que importaron a su vez 6.000 pesetas. También se estrenan los faldones realizados por
José Percio con terciopelo y ricos galones de oro.
Así pues, desde 1943 el Paso del Cristo de las Tres Caídas sale totalmente terminado en talla,
dorado, cartelas, faldones y composición del Misterio, y concluye así un proceso en el que se invirtieron
cinco años para transformar radicalmente las andas y el aspecto del Paso.
El paso actual (1970-1973)
Del actual Paso del Stmo. Cristo de las Tres Caídas se ha escrito mucho, comenzando por este
mismo Boletín, así como su génesis y el intento de suprimir el Misterio por parte de algunos hermanos
en 1968 (9)
La génesis del actual Paso y su proceso de creación y acabado abarca cinco años; tras los
primeros contactos entre tallista y Hermandad en 1968, que es cuando se presenta el proyecto
A partir de 1943 el Paso de Cristo ofrece este aspecto,
se le superpone, en la zona superior de la canastilla, una
tarima que sobresale y proporciona mayor espacio para
despejar el conjunto de figuras, apoyada dicha tarima
mediante numerosas mensulillas a la canastilla, se
ejecutan las cartelas, en metal plateado, representando
a envangelistas y escenas bíblicas, por Andrés
Contreras, y se dora finalmente todo el conjunto por
Antonio Sánchez.
PASO PROCESIONAL
IV Centenario Hermandad de las Tres Caídas 39
PASO PROCESIONAL
del actual Paso, la obra
comienza a estrenarse en
1970; concretamente los
respiraderos, acoplados
al antiguo Paso pues
tenían la misma medida
de parihuela. Estipulada
en un principio en
436.000 pesetas, se
le suman 14.192 por
reajustes del presupuesto
y carestía de la vida. Al
año siguiente, 1971, se
estrena completamente el
conjunto a falta de dorado
y cartelas. Es en ese año,
al replantear las figuras
del Misterio sobre la
nueva canastilla, cuando
se desestima la inclusión
del esclavo etíope en la
composición del Misterio,
habida cuenta de que ésta
nueva canastilla resulta
ligeramente más estrecha
que la anterior, y tras
probar la situación de las figuras, su composición, los puntos de visión para que no se tapara la
imagen del Cristo y los pros y los contras, se prescinde de su uso procesional ya para la Semana
Santa de 1971.
Al año siguiente, 1972, El Paso sigue igual y ya es en 1973 cuando se remata con su dorado
completo por 500.000 pesetas, más de lo que costó tallarlo, y su cartelas en plata en su color
realizadas por Villareal, idea ésta de las cartelas en plata heredadas del anterior canasto, que poseía
unas realizadas por Andrés Contretas tal y como hemos señalado. Las últimas reformas tuvieron
lugar en los años noventa, realizándose nuevos faldones bordados en el Taller de Caro según dibujo
de Juan Antonio Borrero, e incorporándose a los pocos años los cuantro ángeles de las esquinas, de
Luis Alvarez Duarte, dorándose de nuevo el Paso. Así permanece en la actualidad.
Francisco Javier Sánchez de los Reyes
Notas
1. Roda Peña, José; “El Paso Procesional: talla, dorado y escultura” en “Sevilla Penitente”, Tomo 2, Editorial Gever, Sevilla, 1995.
2. Roda Peña, José; “El Paso Procesional del Nazareno de las Tres Caídas” en “Esperanza de Triana”, tomo 2, Editorial Tartessos,
Sevilla, 1996. pag. 79.
3. Juan Carrero en sus “Anales de las Cofradías Sevillanas” cita el año 1698 como el del estreno de las andas del Señor de la Sagrada
Púrpura.
4. Pastor Torres, Alvaro; “Un Paso del arquitecto y retablista Pedro Ruiz Paniagua para el Cristo de las Tres Caídas de Triana (1707)”
en “Boletín de las Cofradías de Sevilla” num. 506, correspondiente al número extraordinario de Abril de 2001, pags. 54-59.
5. Sánchez Herrero, José; “La Hermandad de la Esperanza de Triana, 1874-1931.” En “Esperanza de Triana”, de Editorial Tartessos,
tomo 1, pag. 78.
6. Dato facilitado por quien fuera Secretario de la Hermandad del Miércoles Santo y actual Director del Boletín de las Cofradías
de Sevilla, Rafael Jiménez Sanpedro.
7. García de la Concha Delgado, Federico; “La Esperanza de Triana: Orígenes y desarrollo histórico hasta la época romántica”. En
“Esperanza de Triana”, tomo 1, pag. 64.
8. Roda Peña, José; “El Paso procesional del Nazareno de las Tres Caídas”, en “Esperanza de Triana” de Editorial Tartessos, tomo 2.
pags. 80-81. El Profesor Roda cita como fuente la prensa de la época.
9. Este tema ya fue tratado por el mismo autor en el boletín de la Hermandad número 87, correspondiente a la cuaresma de 2007,
pags.34-36.
En 1968 comienza a gestarse el proyecto de nuevo Paso para el misterio de las Tres Caídas,
que no comienza a materializarse hasta el año siguiente y cuyo estreno de la canastilla tiene
lugar la Semana Santa de 1970, no completándose hasta 1973. Es el actual, cuyo coste
superó el millón de pesetas de la época, labrado y trazado magistralmente por Manuel
Guzmán Bejarano.
40 Boletín Extraordinario
COMENTARIO HISTORICO DEL SEÑOR.
Hace doce años, en 1996, con motivo de la publicación de la espléndida monografía
“Esperanza de Triana”, donde se me encomendó la redacción, entre otros, del capítulo dedicado
a su patrimonio escultórico, tuve ocasión de estudiar con el detenimiento que merecía la imagen
del Santísimo Cristo de las Tres Caídas1. Se me ofrece la oportunidad de revisar brevemente aquel
texto, lo que aprovecharé para matizar alguna opinión que entonces vertí y, sobre todo, para
actualizarlo en su aparato crítico.
Comenzábamos recordando cómo una venerable tradición atribuía este Nazareno de las
Tres Caídas de Triana a la gubia barroca del utrerano Francisco Antonio Gijón (1653-c. 1720), lo
que a todas luces carece de cualquier fundamento estilístico. Por el contrario, la historiografía
decimonónica, desde Justino Matute y Gaviria hasta Almela Vinet, pasando por González de
León y Bermejo, prefirió asignarla al quehacer del escultor manierista Marcos Cabrera, cuya
producción se halla por el momento documentada entre 1575 y 16012. Ya en el siglo XX, la opinión
mayoritaria, sustentada desde el ámbito académico por los profesores Hernández Díaz y Bernales
Ballesteros, insistió en vincularla a la producción de Cabrera, señalando su presunta relación
con el Jesús Nazareno de Utrera, obra documentada suya en 1597. Últimamente, sin embargo,
historiadores del arte como Palomero Páramo, Torrejón Díaz, Sánchez de los Reyes o nosotros
mismos, encontramos serias reservas en seguir manteniendo sin más dicha atribución, sin que
pueda negarse de manera categórica. Lo que sí es cierto es que se halla desprovista de toda base
documental. Y lo que es más grave: las variadas reformas a que se ha visto sometida la venerada
efigie a lo largo del tiempo, y con una especial intensidad en la centuria que va desde 1889 a 1989,
han ido distorsionando su fisonomía original y, por consiguiente, nuestra percepción de la misma,
dificultando extraordinariamente su correcta catalogación. Lo más prudente, por el momento,
será suscribir su anonimato y encuadrar su factura en torno a 1608, fecha de la fundación de la
Hermandad de las Tres Caídas, cuyo IV centenario estamos conmemorando3.
La primera noticia que poseemos de una intervención restauradora, sin que conozcamos el
alcance de la misma, data, en efecto, del año 1889, cuando la Cofradía volvió a verificar, después
de treinta y dos años de interrupción, su Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral en la
Madrugada del Viernes Santo. Con este motivo, se remozaron todos sus enseres procesionales,
incluyendo las imágenes del Cristo de las Tres Caídas, la Virgen de la Esperanza, San Juan
Evangelista y Santa María Magdalena.
Mayor trascendencia revistió la restauración acometida por el escultor sevillano Manuel
Gutiérrez Reyes (1845-1915) en 1894, pues supuso la retirada de la cabellera y barba de pelo
natural que hasta entonces tenía el Nazareno, sustituyéndolas por otras de pasta y estopa. Según
testimonio de Álvarez Duarte, antes de que en 1983 él mismo procediera a incorporarle un cuerpo
nuevo, podía leerse en el busto del Cristo, aun con cierta dificultad, la siguiente inscripción: “Me
restauró Gutiérrez Cano”4.
1 RODA PEÑA, José: “Escultura” en Esperanza de Triana. T. II. Sevilla, 1996, pp. 25-32.
2 A pesar de los años transcurridos, sigue siendo referente para el conocimiento de la obra de Marcos Cabrera el artículo
publicado por LÓPEZ MARTÍNEZ, Celestino: “La Hermandad de la Sagrada Expiración y el escultor Marcos de Cabrera” en
Calvario. Sevilla, 1946, s.p., así como las páginas que le dedicara HERNÁNDEZ DÍAZ, José: Imaginería hispalense del Bajo
Renacimiento. Sevilla, 1951, pp. 47-49.
3 Las últimas publicaciones que defienden esta postura, que nosotros ya puntualizamos en 1996 y en 2002 (RODA PEÑA,
José: “El Nazareno en la escultura procesional andaluza” en Las Cofradías de Jesús Nazareno. Encuentro y aproximación a
su estudio. Cuenca, 2002, p. 143), se deben a TORREJÓN DÍAZ, Antonio: “Jesús de las Tres Caídas (Esperanza de Triana)”
en De Jerusalén a Sevilla. La Pasión de Jesús. T. III. Sevilla, 2005, pp. 317-322, y a SÁNCHEZ DE LOS REYES, Francisco
Javier: “Jesús de las Tres Caídas; observaciones e hipótesis sobre una imagen” en Boletín de las Cofradías de Sevilla, nº 565.
Sevilla, marzo de 2006, pp. 141-144.
4 ÁLVAREZ DUARTE, Luis: “La restauración de las imágenes titulares” en Esperanza de Triana. T. II. Op. cit., p. 61. Posiblemente
la inscripción incluyera la “R” del apellido Reyes del citado escultor, sobre quien hemos publicado una monografía que
reseña esta intervención restauradora. RODA PEÑA, José: El escultor Manuel Gutiérrez Reyes (1845-1915). Sevilla, 2005, p.
74.
EL SEÑOR DE LAS TRES CAÍDAS DE TRIANA.
VALORACIÓN ARTÍSTICA E ICONOGRÁFICA
ICONOGRAFÍA
IV Centenario Hermandad de las Tres Caídas 29
En 1929 fue Antonio Castillo
Lastrucci quien intervino sobre la
imagen, dotándola de un grueso
mechón de pelo que caía verticalmente
por el lado derecho de la cabeza y
modelando una rotunda corona de
espinas ‑la anterior era tan solamente
sobrepuesta-, al tiempo que suprimió
las pestañas postizas con que
contaban sus ojos de cristal5.
Las dos últimas restauraciones
han corrido a cargo del prestigioso
imaginero Luis Álvarez Duarte. La
primera de ellas, culminada en 1983,
conllevó, como ya se ha dicho, la
realización de un cuerpo anatomizado,
incluida la factura de los pies, debido al
pésimo estado en que se encontraba
su candelero anterior, falto de toda
sujeción; además, le incorporó
una nueva peana y talló el actual
mechón de guedejas ondulantes en
sustitución del de Castillo Lastrucci.
Menor relevancia tuvo la ejecución
de unos renovados hombros y
brazos, enteramente necesarios para
mejorar su morfología y capacidad de
movimiento.
Hoy por hoy, el más antiguo
Nazareno procesional caído en
tierra que se conserva en Sevilla es
el cotitular de la Hermandad de la
Esperanza de Triana. Muestra la rodilla
derecha postrada en tierra, al tiempo
que la opuesta se alza, imprimiendo
cierta tensión corporal, que pudiera
interpretarse, en atinada opinión del
recordado cofrade y Doctor en Medicina Hermosilla Molina, como un ademán por levantarse, tras el
derrumbamiento. Las manos lucen un tratamiento abiertamente realista, con los tendones y venas
dorsales muy acusados; la diestra, con la palma abierta, se apoya sobre el promontorio rocoso que
en la prodigiosa Madrugada de Sevilla se transmuta en un monte de claveles rojos o lirios morados,
y la izquierda tiende sus dedos para abrazar el patibulum o travesaño corto de la cruz. Lógicamente,
es en la cabeza donde se concentran los principales matices expresivos. La corona de espinas,
como se comentó, forma un solo bloque con el óvalo craneal, presentando una factura un tasco
desmañada. Sobre la testa despuntan las tres características potencias metálicas. La cabellera,
peinada con raya central, cae suelta por la espalda, dejando al descubierto la oreja izquierda y parte
de la derecha, pues ésta se cubre parcialmente por el ya aludido mechón serpenteante, tallado
por Álvarez Duarte en consonancia con el resto del cabello y barba, que por cierto es de tipología
claramente bífida.
5 La trascendencia de esta intervención ‑cuya fecha de ejecución logramos documentar en nuestro trabajo de 1996-, está
perfectamente planteada por SÁNCHEZ DE LOS REYES, Francisco Javier: “Jesús de las Tres Caídas; observaciones e hipótesis
sobre una imagen”. Op. cit., p. 144. Dicha restauración tan sólo fue escuetamente enumerada por ROSA MATEOS,
Antonio de la: Castillo Lastrucci. Su obra. Almería, 2004, p. 89.
ICONOGRAFÍA
Boletín Extraordinario
El rostro, de canon alargado y agraciada fisonomía, despierta la compasión y la sincera devoción
del fiel contemplador, que se siente interpelado por un semblante dulce y sereno. Las cejas se
presentan ligeramente elevadas por el fruncimiento del ceño. Los ojos aparecen entornados,
desprovistos de pestañas postizas y con los párpados inferiores peleteados a punta de pincel.
La nariz está bien modelada, al igual que los labios entreabiertos, permitiendo la visión de ambas
hileras de dientes.
La encarnadura ha resultado bastante alterada, no sólo por el inevitable paso del tiempo que
actúa de manera natural sobre la composición de los pigmentos pictóricos y los barnices, sino
también a consecuencia de algunas de las actuaciones restauradoras ya reseñadas y de otras no
cuantificadas documentalmente; en consecuencia, hoy apreciamos una policromía ciertamente rica
en tonalidades trigueñas, pero que a nuestro modesto juicio requeriría un cuidadoso tratamiento
tendente a recuperar algunos valores plásticos y matices expresivos que contribuirán a poner en
valor de manera más palmaria y ajustada la incuestionable calidad artística de esta singular imagen
sagrada.
Ante ella, tenemos la fortuna
de poder rememorar
las consideraciones formuladas
por el ilustre mercedario
Fray Juan Interián de
Ayala (1656-1730), quien en
pleno siglo XVIII, reflexiona
en el capítulo dieciséis de
su tratado El pintor cristiano
y erudito sobre la plausible
circunstancia de “que fatigado
Jesús con la carga de
la Cruz, estando ya por otra
parte débil, y teniendo quebrantadas
las fuerzas por
los muchos, y gravísimos
tormentos que por espacio
de algunas horas había padecido
antes; cediese dos,
ó tres veces al grave peso
de ella, y cayese debajo de
la misma Cruz; es cosa que
piamente se cree, y de hecho
es bastante verosímil.
Por lo que, es cosa también
pía el pintar, y representar
a la vista este tan grave, y
acerbo espectáculo con
muchos sentimientos de
piedad, aunque de esto, ni
de otras muchas cosas, no
nos hayan hecho expresa
mención los Evangelistas”.
José Roda Peña
Universidad de Sevilla
“Esperanza de Triana”, donde se me encomendó la redacción, entre otros, del capítulo dedicado
a su patrimonio escultórico, tuve ocasión de estudiar con el detenimiento que merecía la imagen
del Santísimo Cristo de las Tres Caídas1. Se me ofrece la oportunidad de revisar brevemente aquel
texto, lo que aprovecharé para matizar alguna opinión que entonces vertí y, sobre todo, para
actualizarlo en su aparato crítico.
Comenzábamos recordando cómo una venerable tradición atribuía este Nazareno de las
Tres Caídas de Triana a la gubia barroca del utrerano Francisco Antonio Gijón (1653-c. 1720), lo
que a todas luces carece de cualquier fundamento estilístico. Por el contrario, la historiografía
decimonónica, desde Justino Matute y Gaviria hasta Almela Vinet, pasando por González de
León y Bermejo, prefirió asignarla al quehacer del escultor manierista Marcos Cabrera, cuya
producción se halla por el momento documentada entre 1575 y 16012. Ya en el siglo XX, la opinión
mayoritaria, sustentada desde el ámbito académico por los profesores Hernández Díaz y Bernales
Ballesteros, insistió en vincularla a la producción de Cabrera, señalando su presunta relación
con el Jesús Nazareno de Utrera, obra documentada suya en 1597. Últimamente, sin embargo,
historiadores del arte como Palomero Páramo, Torrejón Díaz, Sánchez de los Reyes o nosotros
mismos, encontramos serias reservas en seguir manteniendo sin más dicha atribución, sin que
pueda negarse de manera categórica. Lo que sí es cierto es que se halla desprovista de toda base
documental. Y lo que es más grave: las variadas reformas a que se ha visto sometida la venerada
efigie a lo largo del tiempo, y con una especial intensidad en la centuria que va desde 1889 a 1989,
han ido distorsionando su fisonomía original y, por consiguiente, nuestra percepción de la misma,
dificultando extraordinariamente su correcta catalogación. Lo más prudente, por el momento,
será suscribir su anonimato y encuadrar su factura en torno a 1608, fecha de la fundación de la
Hermandad de las Tres Caídas, cuyo IV centenario estamos conmemorando3.
La primera noticia que poseemos de una intervención restauradora, sin que conozcamos el
alcance de la misma, data, en efecto, del año 1889, cuando la Cofradía volvió a verificar, después
de treinta y dos años de interrupción, su Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral en la
Madrugada del Viernes Santo. Con este motivo, se remozaron todos sus enseres procesionales,
incluyendo las imágenes del Cristo de las Tres Caídas, la Virgen de la Esperanza, San Juan
Evangelista y Santa María Magdalena.
Mayor trascendencia revistió la restauración acometida por el escultor sevillano Manuel
Gutiérrez Reyes (1845-1915) en 1894, pues supuso la retirada de la cabellera y barba de pelo
natural que hasta entonces tenía el Nazareno, sustituyéndolas por otras de pasta y estopa. Según
testimonio de Álvarez Duarte, antes de que en 1983 él mismo procediera a incorporarle un cuerpo
nuevo, podía leerse en el busto del Cristo, aun con cierta dificultad, la siguiente inscripción: “Me
restauró Gutiérrez Cano”4.
1 RODA PEÑA, José: “Escultura” en Esperanza de Triana. T. II. Sevilla, 1996, pp. 25-32.
2 A pesar de los años transcurridos, sigue siendo referente para el conocimiento de la obra de Marcos Cabrera el artículo
publicado por LÓPEZ MARTÍNEZ, Celestino: “La Hermandad de la Sagrada Expiración y el escultor Marcos de Cabrera” en
Calvario. Sevilla, 1946, s.p., así como las páginas que le dedicara HERNÁNDEZ DÍAZ, José: Imaginería hispalense del Bajo
Renacimiento. Sevilla, 1951, pp. 47-49.
3 Las últimas publicaciones que defienden esta postura, que nosotros ya puntualizamos en 1996 y en 2002 (RODA PEÑA,
José: “El Nazareno en la escultura procesional andaluza” en Las Cofradías de Jesús Nazareno. Encuentro y aproximación a
su estudio. Cuenca, 2002, p. 143), se deben a TORREJÓN DÍAZ, Antonio: “Jesús de las Tres Caídas (Esperanza de Triana)”
en De Jerusalén a Sevilla. La Pasión de Jesús. T. III. Sevilla, 2005, pp. 317-322, y a SÁNCHEZ DE LOS REYES, Francisco
Javier: “Jesús de las Tres Caídas; observaciones e hipótesis sobre una imagen” en Boletín de las Cofradías de Sevilla, nº 565.
Sevilla, marzo de 2006, pp. 141-144.
4 ÁLVAREZ DUARTE, Luis: “La restauración de las imágenes titulares” en Esperanza de Triana. T. II. Op. cit., p. 61. Posiblemente
la inscripción incluyera la “R” del apellido Reyes del citado escultor, sobre quien hemos publicado una monografía que
reseña esta intervención restauradora. RODA PEÑA, José: El escultor Manuel Gutiérrez Reyes (1845-1915). Sevilla, 2005, p.
74.
EL SEÑOR DE LAS TRES CAÍDAS DE TRIANA.
VALORACIÓN ARTÍSTICA E ICONOGRÁFICA
ICONOGRAFÍA
IV Centenario Hermandad de las Tres Caídas 29
En 1929 fue Antonio Castillo
Lastrucci quien intervino sobre la
imagen, dotándola de un grueso
mechón de pelo que caía verticalmente
por el lado derecho de la cabeza y
modelando una rotunda corona de
espinas ‑la anterior era tan solamente
sobrepuesta-, al tiempo que suprimió
las pestañas postizas con que
contaban sus ojos de cristal5.
Las dos últimas restauraciones
han corrido a cargo del prestigioso
imaginero Luis Álvarez Duarte. La
primera de ellas, culminada en 1983,
conllevó, como ya se ha dicho, la
realización de un cuerpo anatomizado,
incluida la factura de los pies, debido al
pésimo estado en que se encontraba
su candelero anterior, falto de toda
sujeción; además, le incorporó
una nueva peana y talló el actual
mechón de guedejas ondulantes en
sustitución del de Castillo Lastrucci.
Menor relevancia tuvo la ejecución
de unos renovados hombros y
brazos, enteramente necesarios para
mejorar su morfología y capacidad de
movimiento.
Hoy por hoy, el más antiguo
Nazareno procesional caído en
tierra que se conserva en Sevilla es
el cotitular de la Hermandad de la
Esperanza de Triana. Muestra la rodilla
derecha postrada en tierra, al tiempo
que la opuesta se alza, imprimiendo
cierta tensión corporal, que pudiera
interpretarse, en atinada opinión del
recordado cofrade y Doctor en Medicina Hermosilla Molina, como un ademán por levantarse, tras el
derrumbamiento. Las manos lucen un tratamiento abiertamente realista, con los tendones y venas
dorsales muy acusados; la diestra, con la palma abierta, se apoya sobre el promontorio rocoso que
en la prodigiosa Madrugada de Sevilla se transmuta en un monte de claveles rojos o lirios morados,
y la izquierda tiende sus dedos para abrazar el patibulum o travesaño corto de la cruz. Lógicamente,
es en la cabeza donde se concentran los principales matices expresivos. La corona de espinas,
como se comentó, forma un solo bloque con el óvalo craneal, presentando una factura un tasco
desmañada. Sobre la testa despuntan las tres características potencias metálicas. La cabellera,
peinada con raya central, cae suelta por la espalda, dejando al descubierto la oreja izquierda y parte
de la derecha, pues ésta se cubre parcialmente por el ya aludido mechón serpenteante, tallado
por Álvarez Duarte en consonancia con el resto del cabello y barba, que por cierto es de tipología
claramente bífida.
5 La trascendencia de esta intervención ‑cuya fecha de ejecución logramos documentar en nuestro trabajo de 1996-, está
perfectamente planteada por SÁNCHEZ DE LOS REYES, Francisco Javier: “Jesús de las Tres Caídas; observaciones e hipótesis
sobre una imagen”. Op. cit., p. 144. Dicha restauración tan sólo fue escuetamente enumerada por ROSA MATEOS,
Antonio de la: Castillo Lastrucci. Su obra. Almería, 2004, p. 89.
ICONOGRAFÍA
Boletín Extraordinario
El rostro, de canon alargado y agraciada fisonomía, despierta la compasión y la sincera devoción
del fiel contemplador, que se siente interpelado por un semblante dulce y sereno. Las cejas se
presentan ligeramente elevadas por el fruncimiento del ceño. Los ojos aparecen entornados,
desprovistos de pestañas postizas y con los párpados inferiores peleteados a punta de pincel.
La nariz está bien modelada, al igual que los labios entreabiertos, permitiendo la visión de ambas
hileras de dientes.
La encarnadura ha resultado bastante alterada, no sólo por el inevitable paso del tiempo que
actúa de manera natural sobre la composición de los pigmentos pictóricos y los barnices, sino
también a consecuencia de algunas de las actuaciones restauradoras ya reseñadas y de otras no
cuantificadas documentalmente; en consecuencia, hoy apreciamos una policromía ciertamente rica
en tonalidades trigueñas, pero que a nuestro modesto juicio requeriría un cuidadoso tratamiento
tendente a recuperar algunos valores plásticos y matices expresivos que contribuirán a poner en
valor de manera más palmaria y ajustada la incuestionable calidad artística de esta singular imagen
sagrada.
Ante ella, tenemos la fortuna
de poder rememorar
las consideraciones formuladas
por el ilustre mercedario
Fray Juan Interián de
Ayala (1656-1730), quien en
pleno siglo XVIII, reflexiona
en el capítulo dieciséis de
su tratado El pintor cristiano
y erudito sobre la plausible
circunstancia de “que fatigado
Jesús con la carga de
la Cruz, estando ya por otra
parte débil, y teniendo quebrantadas
las fuerzas por
los muchos, y gravísimos
tormentos que por espacio
de algunas horas había padecido
antes; cediese dos,
ó tres veces al grave peso
de ella, y cayese debajo de
la misma Cruz; es cosa que
piamente se cree, y de hecho
es bastante verosímil.
Por lo que, es cosa también
pía el pintar, y representar
a la vista este tan grave, y
acerbo espectáculo con
muchos sentimientos de
piedad, aunque de esto, ni
de otras muchas cosas, no
nos hayan hecho expresa
mención los Evangelistas”.
José Roda Peña
Universidad de Sevilla
lunes, 1 de diciembre de 2008
viernes, 28 de noviembre de 2008
jueves, 20 de noviembre de 2008
Acompañamiento musical a lo largo de la historia.
ESPERANZA DE TRIANA
Paso de Misterio
1930 Cornetas y Tambores Artillería
1939 Cornetas y Tambores Falange Española Flechas Navales
1941 – 1953 Cornetas y Tambores Policía Armada
1956 Cornetas y Tambores Artillería
1973 – 1975 Cornetas y Tambores Policía Armada
1980 Cornetas y Tambores Santa Águeda de Villalba del Alcor
1981 – Cornetas y Tambores Tres Caídas de Triana
Paso de Misterio
1930 Cornetas y Tambores Artillería
1939 Cornetas y Tambores Falange Española Flechas Navales
1941 – 1953 Cornetas y Tambores Policía Armada
1956 Cornetas y Tambores Artillería
1973 – 1975 Cornetas y Tambores Policía Armada
1980 Cornetas y Tambores Santa Águeda de Villalba del Alcor
1981 – Cornetas y Tambores Tres Caídas de Triana
martes, 18 de noviembre de 2008
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