lunes, 18 de diciembre de 2006

Tres Caidas de Triana

Por el suelo de Triana,
Cristo de las Tres Caidas,
con la mirada perdida
tu oscura pena se arrastra.
¡quién fuera tu cirineo
en esa noche tan larga!
En mis hombros pecadores
llevaría la dura carga
de la cruz de mis pecados
por tus calles solitarias.
Mi fuerza serìa tu fuerza.
mi espalda sería tu espalda,
mis dolores tus dolores
y mis labios tu Esperanza.
Tu irías, Señor, adelante,
y yo al paso de tus andas,
con tu cruz de puente a puente,
con tu cruz de madrugada,
una noche sin caídas
tras las huellas de tus plantas.
Mas si no puedo, Dios mío,
servirte en tan dura carga,
sin han de besar tus rodillas
este suelo de Triana,
hazme piedra del camino,
para tu mano apoyada,
y en la roca de mi vida,
sobre el barro de mi alma,
levántate, Cristo mío,
sosteniéndote en mi espalda,
que si caes setenta veces,
setenta veces las andas
de tu cruz y tus dolores,
de tu eterna madrugada,
serán tu amor y mi fuerza
para tu mano apoyada
en la piedra de mi vida
que es el barro de Triana.

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