Nadie se pone de acuerdo en dónde
empieza Triana. Unos dicen que comienza
en cuanto que el puente pasas, por
donde siente el trianero como que el aire
le falta. Mientras que otros sostienen que
se prolonga y se alarga, Los Remedios
adelante, lo menos hasta Tablada, por
donde en llegando abril la Feria su Real
planta, hasta donde el viejo cante puntales
apuntalaba: San Jacinto, Los
Remedios, La O y Seña Santana. Las
fronteras invisibles del que es Arrabal y
Guarda cuando se ven claramente es el
Viernes, de mañana, cuando ha vivido
Sevilla su ritual Madrugada y con las claras
del día se ven las cosas tan claras.
Que en el Arco del Postigo, en donde estaba la plaza, donde fríe los calientes una sobrina de
Juana, Sevilla es ya trianera y Arfe es la calle Larga y Altozano el Arenal cuando en la abierta
mañana anuncia una cruz de guía con bocinas plateadas y faroles marineros: «¡Ahí viene ya la
Esperanza!».
Bajando del Alfolí, con qué garbo, qué prestancia, haciendo el
paso español el Caballo braceaba. De esta forma no bracea ni el
caballo de Peralta. Y a la mañana del Viernes la encela y en su cola
embarca, y antes de llegar al Arco por derecho va y le clava dos
rejones de castigo y tres banderillas largas, y así da muerte a la
noche, y así la gloria proclama de un Señor que cae en la tierra, en
la tierra sevillana, para que Sevilla vea que Triana lo levanta. Las Tres
Caídas de Cristo en cuatro zancos la alzan. Cuadrilla de pasocristo
que tiene fuerza con gracia, el izquierdo por delante como el buen
toreo de capa, así, cargando la suerte, como Belmonte toreaba.
Almirantes de tambores y de cornetas de plata, con sus blancos uniformes
de cocas y gorras blancas, proclaman la maravilla y anuncian
ya por Malhara que las calles del Postigo se han hecho Arrabal
y Guarda, Almirantazgo en goletas y en bergantines con jarcias, cirios que son los trinquetes y
capirotes por gavias, van ganando barlovento a la lancha de Peana.
Y ahora llega a la capilla del Arco de la muralla una Virgen bajo un palio que parece una fragata,
bamboleo marinero en los escudos del ancla, los costeros son amuras, la proa tiene zambrana,
y lo escoltan seis lepantos, marineros de la Armada. El cristal de la capilla es espejo que proclama
esos dogmas de Sevilla que no los huelen los Papas: allí está la Pura y Limpia, del Postigo
la Esperanza, que Inmaculada en Sevilla y Pureza es en Triana, y se mira en un espejo de varales
y de jarras, y se repite en las flores, y se repite en la gracia, se repite en la belleza tan morena de
su cara, refregador de Morillo, encajes en oleada, con el fajín de almirante del Rey marino de
España, que en Triana a la Purísima, como Esperanza proclaman, por eso en calle Pureza tiene su
cuna y su casa.
Cuadrilla de pasocristo
que tiene
fuerza con gracia,
el izquierdo por
delante como el
buen toreo de
capa, así, cargando
la suerte, como
Belmonte toreaba
Pascua 2007 45
San Fernando desde el Arco al verla le rinde armas. Trianero es el Postigo, ay, cómo zurraqueaban
esos verdes capirotes, los capotes de sus capas camino del Baratillo, que eso sí que ya
es Triana. ¡Gitanos de Cerca Hermosa, gitanitos de la Cava, que
se partan las camisas y que canten las gargantas! La vieja colla del
muelle, vapor, tinglado y zapata, y lanchón del arenero, y palo de
la cucaña, cuando llega al Baratillo con Paco Palacios canta lo
que le escribió Florencio, que aún se me saltan las lágrimas. Ya
están las dos frente a frente bajo el sol de la mañana: Caridad
baratillera y Esperanza de Triana.
Y ya desde aquí hasta el puente, puertas de sol de
Maestranza, el Arenal sabe a barbo, sabe a verdes avellanas, a
sábalos en adobo y a noches de la Velada. El Arenal trianea, ay,
cómo trianeaba. Calle Adriano adelante, en El Pópulo la paran.
Suena la vieja saeta que recuerda la cerámica, de los presos tras
las rejas, la que escuchó Font de Anta. Soleá dame la mano,
dame la mano, Triana, choca esos cinco, Arenal, que el Viernes
por la mañana, tú dejas de ser Sevilla, te conviertes en Triana,
cuando viene la que es Reina del gran arrabal y guarda, pues el
río se ha secado con la emoción de las lágrimas y no hay puente
ni Altozano, que no hay más puente de barcas que el que nos
lleva hasta el cielo rezándole a la Esperanza esa salve marinera que suena a cantes de fragua, Dios
te salve, Reina y madre, marinera soberana del Arenal de Sevilla que por Ti se hace Triana.
Antonio Burgos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario