miércoles, 23 de abril de 2008

Un caballo de piel parda porta a un centurión que guía a Jesucristo en el camino de su Pasión. Jesús cayó tres veces, pero nosotros más de tres. ¡Cómo anhelo Señor mío! que me enseñases a la vez un camino hacia la vida cubierto de rosa y clavel, donde con el peso de tu cruz pudiera levantarme una y otra vez. Una hermandad con solera, una hermandad marinera, que zarpa con sus barcos a la calle cada vienes santo en primavera entre una marea de gente que en las calles espera a verte, cuando navegas por los mares de tu barrio de Triana haciendo especial parada en la parroquia de Santa Ana, donde reside una abuela que cada año aguarda y espera a que llegue un hijo caído el viernes por la mañana cuando ha recorrido Sevilla y vuelve hasta Triana, pues con arte y señorío la ha mecido Triana entera hasta pasar un río que divide a las dos Sevillas que permanecen unidas no por el puente que se alza sino por el corazón de una madre que las enlaza y que hace cumplir la maravilla de navegar cada primavera desde Triana a Sevilla, uniéndolas y haciéndolas hermanas siendo Esperanza de los males y la Reina de Triana. Esperanza para el impedido, Esperanza para el que anhela, para el que enferma; Esperanza para el que sufre, para el que siente; Esperanza para el que adolece, para el que padece; Esperanza del andaluz, del sevillano, Esperanza que nos encuentra, Esperanza nuestra. Por eso vengo a pregonarte que hay una reina y madre sevillana que navega por pureza y es la Esperanza de Triana. Del pregon de MANUEL GARCÍA MAYO

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